Tus ojos se tiñen con el viejo color de la infancia,
nostalgia del tiempo en que todo tenía respuesta,
en que era más largo el verano y más pequeño tu mundo.
Y unos pasos seguían siempre de cerca a los tuyos.
Y yo te diría, no sé,
que las cosas van a marchar bien,
te mostraría el futuro, la borra del café,
con ángeles y estrellas,
noches, milongas
e historias, ¿recuerdas?, que hablan
de viejos amantes que crecen,
que dudan y esperan
su turno mientras anochece
y el mundo se enferma.
Y, como la tierra generosa abraza la raíz de un frutal encendido, yo te abrazo a ti.